Veo a Miguel Vázquez como una rara combinación de albañil, alquimista y cocinero. Su forma de trabajar requiere una gran dosis de voluntad, un profundo conocimiento de los materiales y un dominio de la técnica.
Javier Buján |
|
Miguel Vázquez convive con estos virus y con un dulce patología que le obliga a crear impenitentemente. Crear obras usando cualquier medio a su alcance, sin miedo y con respeto, ya sea en forma de escultura, performance, videoacción o instalación. Personalmente creo que él es consciente de su enfermedad, y que además, como terapia usa es torrente creativo para mostrar a los demás su padecimiento.
Si yo fuese mal pensado, creería que quiere contagiarnos de ese mal que le obliga a crear, a inventar, a elucubrar, a no estarse quieto o simplemente a conversar intensamente. Cómo si no explicar obras como “Llaveros víricos”. Obras de apariencia inocente que invitan a que nos las llevemos en el bolsillo, donde poco a poco, como un parche de nicotina, se nos va metiendo en el cuerpo. Más descarada es incluso la intención de la instalación “Sensación vírica” . Antes, dejen que les pregunte a ustedes si han visto lo película “ Cómo ser Jhon Malkovik” del director Spike Jonze . Pues bien en esta película, el protagonista, a través de un pasadizo que hay en el piso siete y en medio de un edificio de oficinas, se introduce en el cuerpo y en la mente de Jhon Malkovik por unos momentos, siendo después escupido a la realidad. En la instalación Sensación Vírica, Miguel Vázquez pretende hacer algo parecido; busca que nos introduzcamos en su mente por unos instantes, en una sala donde los virus emanan de las paredes envolviéndolo todo. Provoca la sensación vírica de estar dentro de un enjambre de virus, estar dentro de la mente del artista. En este caso, la metamorfosis los ha llevado a tener la forma de pequeños cilindros extrusionados. Pero no se fíen, su forma puede cambiar. Al fin y al cabo la esencia de un virus es la transmutación. Albreto Andrés. |
|
Cuando se encuentra algo que nos motiva y apasiona, volcamos nuestra energía para zambullirnos en ese universo desconocido. Emilia Guimerans. |